Imposible olvidar
aquellos ojos que me miraban fijamente cuando apenas habían visto la luz. No, imposible olvidarlo, eso no puede
olvidarse nunca. Imposible olvidar
aquellos primeros pasos, aquellas primeras palabras, sus primeros desastres,
sus accidentes, sus risas, sus llantos, sus logros, sus decepciones, sus
primeros dibujos, sus primeras letras… No, tampoco eso puede olvidarse.
Mas tampoco es posible
olvidar aquellas sencillas puertas que se nos abrieron por vez primera y
aquellas afectuosas sonrisas, como aquellos apretones de manos, aquellas voces
templadas, aquellas dulces y entrañables miradas.
Pues sí, erais vosotros,
todos vosotros. Esos a los que, cuando llamábamos,
abríais vuestras puertas; cuando os consultábamos, ofrecíais vuestro ideario;
cuando nos quejábamos, contestabais con la mejor de vuestras sonrisas; cuando
nos alegrábamos, derramabais la más dulce de vuestras lágrimas y cuando os
necesitábamos, nos abríais vuestro corazón.
Sí, erais vosotros,
todos vosotros. Esos a los que un día
encomendamos a nuestra primera hija y, no poco satisfechos, os hemos ido
encomendando a todos los demás.
Sí, erais vosotros,
todos vosotros. Esos a quienes mis hijos
se dirigen día a día cuando no nos tienen cerca y para quienes sois como el
padre o la madre, el amigo o la amiga, el hermano o la hermana, el confesor o
confesora, el enfermero o enfermera, el psicólogo o psicóloga, y así como
tantos etcéteras podrían ser agregados a una interminable lista.
Pues sí, erais
vosotros, todos vosotros, los que ayer, una vez más, conseguisteis arrancarme
una lágrima. Una vez más me abrazasteis,
me besasteis, me felicitasteis. Una vez
más tuvisteis paciencia conmigo y con mi familia. Una vez más me regalasteis la mejor de
vuestras sonrisas. Una vez más, en un
acto sencillo, pero no por eso menos entrañable y emotivo, ofrecisteis lo mejor
de cada uno de vosotros.
Pues sí, a vosotros, a
todos vosotros, a todos los que cada día os levantáis para llenar de grandes
valores el Colegio Virgen del Carmen San Patricio, va hoy este mi muy humilde
homenaje.
A todos vosotros,
gracias de corazón. Gracias por haber
estado, por estar y seguir estando con nosotros y con nuestros hijos. Porque con nuestras llamadas seguís abriendo
vuestras puertas, con nuestras consultas nos seguís ofreciendo vuestro ideario,
porque a pesar de nuestras quejas seguís sonriendo, porque cuando nos alegramos
siempre tenéis reservada vuestras dulces lágrimas y porque cuando os
necesitamos, ahí tenemos vuestro corazón.
A vosotros, a todos
vosotros, gracias de corazón, que Dios os bendiga siempre.
(Dedicado a todos los profesionales del Colegio V. del Carmen / S. Patricio)