Alguien trató ayer mismo de convencerme de que no existe mayor ventaja que la de vivir solo.
No está mal desde luego. Aunque yo también gozo de las mías.
Como cada uno es como es y cada quien es cada cual
(vs. Joan Manuel Serrat),
mis argumentos sólo se resumen en una preciosa frase que oí cuando llegué, precisamente, ayer tarde a casa:
"Papá, te quiero mucho, como la trucha al trucho"
(frase de mi hija Visi).
En fin chicos, yo también tengo mis grandes ventajas: siempre tengo alguien que me espera en casa para decirme estas cosillas, aunque llegue uno "reventaico de trabajá".
Desde luego, vivir solo te aporta bastante paz y tranquilidad; además, no hay quien te desordene tus cosas, tus libros; nadie hurga en tu monedero, siempre sabes quién ha usado el teléfono, nadie te cambia el cepillo de dientes... y cosas por el estilo.
Suerte tiene aquella persona de no ser molestada con estas frases que yo oigo.
Que tengáis un buen día todos (los solos y los acompañados), y que Dios os bendiga siempre.
1 comentario:
Estoy contigo Juanjo.
Vivir solo tiene sus ventajas, y de eso sé un rato. A parte de que nadie te desordene tus cosas, no rebusque en tu monedero, ......, pues yo gozo de la ventaja de la disponibilidad que tengo si alguien me requiere para algo, porque no tendría que dejar niños, ni marido, y puedo acudir todo lo rápido que pueda allá donde se necesite la poquita ayuda que pueda prestar.
Pero luego está la otra parte; ese llegar reventado de trabajar y una vocecita que te dice lo mucho que te quiere, o esos momentos en los que una tierna mirada de la otra persona te calma tu angustia, o un simple pechizquito en la mejilla que indique cariño, o un simple achuchón cuando te parece que todo se hunde a tu alrededor, o poder ver una película en compañía de la persona con la que te gustaría terminar tus días, o ...........
Bueno, para qué seguir diciendo si todo está claro.
Me gustaría que alguien tuviera que molestarme con frases como las que tú puedes oír.
Bendición.
Publicar un comentario