Y por fin llegó la ansiada JMJ 2011. Y tengo la suerte de vivirla intensamente, aunque sea desde mi casa, con los míos, con los de mi parroquia, con los hermanos de mi comunidad, con tantos peregrinos que he conocido y que, haciendo escala en nuestra querida Málaga, hemos tenido la suerte de acoger y la gracia de poder atenderles.
Hemos conocido hermanos peregrinos de Melilla, de Costa Rica, de Texas, de Estados Unidos...., todos en un mismo espíritu, con un mismo sentir. Todos con ansias de encontrarse con Pedro y escuchar tan sólo una Palabra: "Dios te ama profundamente".
En casa hemos tenido la suerte de acoger algunos chicos jóvenes y aun sigo teniendo la suerte de ver cómo mis hijos han disfrutado como enanos de todos estos días.
Aún queda lo mejor: ver al Papa en Madrid y escuchar nuevamente esa dulce declaración de Amor: "Dios te ama profundamente".
Merece la pena el calor, el trabajo, el sudor, el cansancio, los kilómetros.
Sí queridos amigos lectores, merece muchísimo la pena. Y sé que muchos de vosotros lo sabéis a ciencia cierta porque estáis experimentando lo mismo que yo.
Queridísimo Santo Padre: Que Dios le Bendiga.
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