Sí, mis queridos lectores, así como suena: Los Católicos se manifiestan. ¿No los habéis visto?
No hace mucho, pudimos ver a los monjes del Tibet reivindicar sus derechos (aunque no sé muy bien si al fin eran o no verdaderos monjes), también hemos visto a las víctimas del terrorismo, a toda clase de asociaciones y agrupaciones en pro de ciertos y no siempre bien acertados derechos, por la calle han gritado y se ha exhibido toda clase de atavíos, músicas, consignas y también mucha, muchísima pluma... pero, esta nueva manifestación de los católicos es mucho más fuerte, mucho más profunda, aunque no poco arriesgada: van de dos en dos, por la calle, jóvenes, menos jóvenes, ancianos, solteros, casados... un ejército sin más arma que quizá un rosario en mano o un discreto ejemplar de las Sagradas Escrituras volcado en la calle y que te aborda diciéndote simplemente: “Dios te ama profundamente”. Vamos que sí, y tanto.
Miles de cristianos se lanzan a la calle sin hacer ruido, sin gritar consignas, ni nada por el estilo. Van, como digo, de dos en dos, como los primeros apóstoles, en el más anónimo de los anonimatos. No portan pancartas. No vociferan, ni tampoco gritan. No llevan placas de identidad y, por si fuera poco, tampoco van especialmente ataviados. No reparten panfletos ni revistas. Nadie sabe quiénes son pero, de pronto, te dicen: “perdone usted, un momento, ¿sabía usted que Dios le ama profundamente?” Valiente pregunta, -dijo un pobre viandante- pero a la vez, “qué gran noticia”, -prosiguió-. Quizá aquel señor tenía serias intenciones para dejar de vivir. Muy probablemente tendría un profundo rensentimiento o dolor dentro de su alma. Pero aquello le motivó a sonreír y a decir: “muchas gracias, amigo, muchísimas gracias y, ¡que Dios les bendiga!”.
¿Veis, mis queridos lectores? Dios me ama profundamente. Yo era uno de esos que, en el anonimato, sin grandes aspavientos y desprovisto de pretensiones, anunciaba a la gente por la calle el Amor de Dios. Y, fijaos qué curioso y qué maravilla a la vez: aquel señor me dijo sin más “que Dios les bendiga”. Me quedo con esto. Sólo con esto. Ciertamente, mereció la pena la caminata, pero al final, dio su fruto. Un perfecto desconocido, si bien no poco sorprendido aunque profundamente agradecido, me dio su bendición. Buena forma de proseguir la Cuaresma.
Por cierto, mis queridos lectores: ¿sabíais que Dios os ama profundamente?
No hace mucho, pudimos ver a los monjes del Tibet reivindicar sus derechos (aunque no sé muy bien si al fin eran o no verdaderos monjes), también hemos visto a las víctimas del terrorismo, a toda clase de asociaciones y agrupaciones en pro de ciertos y no siempre bien acertados derechos, por la calle han gritado y se ha exhibido toda clase de atavíos, músicas, consignas y también mucha, muchísima pluma... pero, esta nueva manifestación de los católicos es mucho más fuerte, mucho más profunda, aunque no poco arriesgada: van de dos en dos, por la calle, jóvenes, menos jóvenes, ancianos, solteros, casados... un ejército sin más arma que quizá un rosario en mano o un discreto ejemplar de las Sagradas Escrituras volcado en la calle y que te aborda diciéndote simplemente: “Dios te ama profundamente”. Vamos que sí, y tanto.
Miles de cristianos se lanzan a la calle sin hacer ruido, sin gritar consignas, ni nada por el estilo. Van, como digo, de dos en dos, como los primeros apóstoles, en el más anónimo de los anonimatos. No portan pancartas. No vociferan, ni tampoco gritan. No llevan placas de identidad y, por si fuera poco, tampoco van especialmente ataviados. No reparten panfletos ni revistas. Nadie sabe quiénes son pero, de pronto, te dicen: “perdone usted, un momento, ¿sabía usted que Dios le ama profundamente?” Valiente pregunta, -dijo un pobre viandante- pero a la vez, “qué gran noticia”, -prosiguió-. Quizá aquel señor tenía serias intenciones para dejar de vivir. Muy probablemente tendría un profundo rensentimiento o dolor dentro de su alma. Pero aquello le motivó a sonreír y a decir: “muchas gracias, amigo, muchísimas gracias y, ¡que Dios les bendiga!”.
¿Veis, mis queridos lectores? Dios me ama profundamente. Yo era uno de esos que, en el anonimato, sin grandes aspavientos y desprovisto de pretensiones, anunciaba a la gente por la calle el Amor de Dios. Y, fijaos qué curioso y qué maravilla a la vez: aquel señor me dijo sin más “que Dios les bendiga”. Me quedo con esto. Sólo con esto. Ciertamente, mereció la pena la caminata, pero al final, dio su fruto. Un perfecto desconocido, si bien no poco sorprendido aunque profundamente agradecido, me dio su bendición. Buena forma de proseguir la Cuaresma.
Por cierto, mis queridos lectores: ¿sabíais que Dios os ama profundamente?
(Dedicado a todos aquellos con los que no me encuentro normalmente por la calle)
3 comentarios:
Nada más entrar en mi despacho he conectado el ordenador para comenzar a trabajar. En lugar de conectarme con la Junta de Andalucía pinché en favoritos y comencé a leer las últimas anotaciones en los blogs de mis amigos y al pinchar en este me enganchó la lectura de tu entrada y me llegó hondo. Sí Juanjo, hoy tengo que agradecerte esta entrada y sobre todo el último párrafo porque precisamente en estos momentos quizá necesitaba oír, en este caso leer, que Dios me ama, que aunque no tengo la menor duda de ello, hay momentos en los que se necesita que te lo recuerden.
Segura estoy de que muchos de los que nos rodean necesitarían oírlo y yo en muchas ocasiones puedo decirlo a los que tengo cerca.
Gracias de nuevo y espero que algún domingo de los que quedan de cuaresma pierda ese no sé qué que me acobarda para salir como tú y muchos más lo han hecho.
Bendiciones para todos.
probablemente dios no exista deja de preocuparte y disfruta la vida
Pero mi querido amigo "anónimo", si yo no me preocupo.
Me preocuparía si realmente, como dices, fuese una "probabilidad", pero yo no digo que "probablemente Dios me ame", sino que lo afirmo categóricamente, por eso no me preocupo de nada.
Para mí siempre será mejor vivir sabiendo que alguien va acompañándome en todo momento. "Probablemente", tú vivas más preocupado que yo.
En todo caso, QUE DIOS TE BENDIGA.
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