domingo, 21 de agosto de 2011

Mereció la pena

Hoy vimos irse al Santo Padre Benedicto XVI y hoy vimos recoger las tiendas de los peregrinos.
Parecía como cuando la columna de nube o de fuego comenzaba a moverse y los israelitas levantaban el campamento para seguir a su Dios al mando de Moisés.

Mereció la pena el ahorro durante meses, mereció la pena el calor, el esfuerzo físico, el cansancio, las críticas. Sí señores, mereció la pena.

Mereció la pena subir de madrugada hacia Madrid para simplemente ver la felicidad dibujada en los rostros de nuestros hijos durante unas horas.

Mereció la pena conducir durante toda una noche, no comer, no dormir. Mereció la pena.

Mereció la pena ver el rostro de Dios dibujado en dos millones de peregrinos.

Sí, mis queridos amigos lectores, mereció la pena que viniese Benedicto XVI.

viernes, 19 de agosto de 2011

JMJ 2011

Y por fin llegó la ansiada JMJ 2011. Y tengo la suerte de vivirla intensamente, aunque sea desde mi casa, con los míos, con los de mi parroquia, con los hermanos de mi comunidad, con tantos peregrinos que he conocido y que, haciendo escala en nuestra querida Málaga, hemos tenido la suerte de acoger y la gracia de poder atenderles.

Hemos conocido hermanos peregrinos de Melilla, de Costa Rica, de Texas, de Estados Unidos...., todos en un mismo espíritu, con un mismo sentir. Todos con ansias de encontrarse con Pedro y escuchar tan sólo una Palabra: "Dios te ama profundamente".

En casa hemos tenido la suerte de acoger algunos chicos jóvenes y aun sigo teniendo la suerte de ver cómo mis hijos han disfrutado como enanos de todos estos días.

Aún queda lo mejor: ver al Papa en Madrid y escuchar nuevamente esa dulce declaración de Amor: "Dios te ama profundamente".

Merece la pena el calor, el trabajo, el sudor, el cansancio, los kilómetros.
Sí queridos amigos lectores, merece muchísimo la pena. Y sé que muchos de vosotros lo sabéis a ciencia cierta porque estáis experimentando lo mismo que yo.

Queridísimo Santo Padre: Que Dios le Bendiga.