lunes, 7 de mayo de 2012

La alegría de ser cristiano

Una vez, cierto sacerdote exclamó en medio de una asamblea a unas trescientas personas (de ellas, más de la mitad eran jóvenes de entre 18-25 años), "¡ Es chulísimo ser cristiano !".
Ciertamente, doy fe de ello, pienso lo mismo que aquél joven sacerdote, lleno de vitalidad, entusiasmo y una profundísima fe.


Ayer domingo, varios grupos de cristianos católicos adultos, comunidades enteras formadas por niños, jóvenes, adultos y ancianos, hombres y mujeres, solteros, casados, viudos...., salimos a la calle a festejar nuestra fe y anunciar públicamente la Resurrección de Jesucristo.
Rezamos, cantamos, escuchamos la Palabra de Dios y bailamos delante de la Escritura, a semejanza del Rey David cuando cruzaba las murallas de Jerusalem con el Arca de la Alianza, a pesar del desprecio que le granjeó Milká (2Sam. cap. 2).
Algunos hermanos proclamaron la grandeza del Señor, atestiguando con sus propias vidas todo cuanto Dios ha hecho con ellos, al igual que el endemoniado de Gerasa, al que el mismo Cristo dijo "ve y anuncia lo que el Señor ha hecho contigo".


Doy gracias a Dios por el espectáculo, quizá bochornoso para algunos, no por eso menos enriquecedor para otros, dimos ayer domingo por la mañana en medio de una plaza.
Doy gracias a Dios por el testimonio, quizá ridículo para algunos, no por eso más valiente para mí, que dieron aquellos hermanos en medio de hombres y mujeres desconocidos.
Pero mis mayores gracias a Dios son dadas por aquellos que escucharon esas breves palabras, que nos vieron cantar y bailar en torno a la Cruz y la Escritura, y que quizá se dijeron en sus corazones: "verdaderamente, ha resucitado el Señor, ¡Aleluya!".