miércoles, 18 de junio de 2014

Y pasaron más de quince años

Imposible olvidar aquellos ojos que me miraban fijamente cuando apenas habían visto la luz.  No, imposible olvidarlo, eso no puede olvidarse nunca.  Imposible olvidar aquellos primeros pasos, aquellas primeras palabras, sus primeros desastres, sus accidentes, sus risas, sus llantos, sus logros, sus decepciones, sus primeros dibujos, sus primeras letras… No, tampoco eso puede olvidarse.

Mas tampoco es posible olvidar aquellas sencillas puertas que se nos abrieron por vez primera y aquellas afectuosas sonrisas, como aquellos apretones de manos, aquellas voces templadas, aquellas dulces y entrañables miradas.

Pues sí, erais vosotros, todos vosotros.  Esos a los que, cuando llamábamos, abríais vuestras puertas; cuando os consultábamos, ofrecíais vuestro ideario; cuando nos quejábamos, contestabais con la mejor de vuestras sonrisas; cuando nos alegrábamos, derramabais la más dulce de vuestras lágrimas y cuando os necesitábamos, nos abríais vuestro corazón.

Sí, erais vosotros, todos vosotros.  Esos a los que un día encomendamos a nuestra primera hija y, no poco satisfechos, os hemos ido encomendando a todos los demás.

Sí, erais vosotros, todos vosotros.  Esos a quienes mis hijos se dirigen día a día cuando no nos tienen cerca y para quienes sois como el padre o la madre, el amigo o la amiga, el hermano o la hermana, el confesor o confesora, el enfermero o enfermera, el psicólogo o psicóloga, y así como tantos etcéteras podrían ser agregados a una interminable lista.

Pues sí, erais vosotros, todos vosotros, los que ayer, una vez más, conseguisteis arrancarme una lágrima.  Una vez más me abrazasteis, me besasteis, me felicitasteis.  Una vez más tuvisteis paciencia conmigo y con mi familia.  Una vez más me regalasteis la mejor de vuestras sonrisas.  Una vez más, en un acto sencillo, pero no por eso menos entrañable y emotivo, ofrecisteis lo mejor de cada uno de vosotros.

Pues sí, a vosotros, a todos vosotros, a todos los que cada día os levantáis para llenar de grandes valores el Colegio Virgen del Carmen San Patricio, va hoy este mi muy humilde homenaje.

A todos vosotros, gracias de corazón.  Gracias por haber estado, por estar y seguir estando con nosotros y con nuestros hijos.  Porque con nuestras llamadas seguís abriendo vuestras puertas, con nuestras consultas nos seguís ofreciendo vuestro ideario, porque a pesar de nuestras quejas seguís sonriendo, porque cuando nos alegramos siempre tenéis reservada vuestras dulces lágrimas y porque cuando os necesitamos, ahí tenemos vuestro corazón.

A vosotros, a todos vosotros, gracias de corazón, que Dios os bendiga siempre.


(Dedicado a todos los profesionales del Colegio V. del Carmen / S. Patricio)