sábado, 28 de noviembre de 2015

Todos somos artistas

Cada persona posee su verdadera vivencia; cada instante es único e irrepetible; cada sensación, aun siendo infinitamente minúscula en el universo de nuestra existencia, queda grabada en nuestros sentidos para recrear aquél majestuoso mundo de nuestras experiencias.
Nuestras sensaciones se funden unas con otras, nuestras visiones se acumulan, nuestras experiencias nos invitan a saborear nuestros recuerdos…
Gracias a la contemplación de nuestro entorno somos guiados a través de este inmenso abismo que resulta ser nuestra propia existencia en medio de la truculencia de nuestro mundo.
El arte es expresión de una vivencia; el arte es expresión de un sentimiento.
El arte es expresión de nuestras sensaciones; el arte nos ayuda a entendernos y amarnos.
El arte nos permite descansar y dejar volar nuestros más íntimos pensamientos en nuestra ajetreada existencia.
De este modo, todos somos artistas: todos anhelamos un mundo bello y verdadero, un mundo de bondad y descanso, un mundo de luz y color en donde las emociones broten sin sujeción a normas ni estados de ánimo preestablecidos.
Nuestra visión nos invita a deleitarnos en lo que nos rodea, y así somos capaces de recrear lo que percibimos en nuestro interior; pero nuestra imaginación nos hace plasmar, de un modo u otro, aquello que percibimos y que, de algún modo, nos obliga a mejorar una situación anterior. Así, nuestro modo de hablar, de vestir, de comer, caminar…, todo responde a un arte único, verdadero, irrepetible.
Cada uno de nosotros expresamos nuestra propia percepción del mundo obedeciendo a nuestro particular "modus vivendi". Por eso todos somos artistas, porque expresamos lo que percibimos según nuestro peculiar e irrepetible modo de hacerlo.

Cada día se abre ante nosotros cual inmenso universo, sobrecogedor, lleno de misterio y sorpresas, pero a la vez infinitamente bello por su personal carácter individual.