martes, 6 de febrero de 2018

Juegos de niños

"¿Qué nos pasó?", preguntaban hoy junto a un vídeo que mostraba escenas de niños y niñas saltando a la comba, jugando a la rayuela, saltando al potro, jugando a la gallinita ciega, corriendo para coger el pañuelo, saltando con sacos... ¿Qué nos pasó que hoy ya no vemos eso en nuestras calles y plazas? Y yo añado lo siguiente: ¿por qué los niños ya no hacen "el burro"?

La respuesta es bien sencilla, y no caben excesivas conjeturas: hemos entregado la custodia de nuestros hijos e hijas a aparatos tecnológicos; les hemos abierto la puerta para que salgan solos a circular por las grandes autopistas de la información y no les hemos cogido de la mano para que no los atropellen. Pero además, les hemos colmado de caprichos, golosinas y desproporciones varias; no les hemos corregido cuando convenía hacerlo para no herir su sensibilidad ni traumatizarles; les hemos dado la opción de decidir por sí mismos sobre su identidad cuando ni siquiera sabían que la identidad existía; hemos comprado su cariño inundando sus habitaciones de pantallas táctiles y aparatos de comunicación para que, al final, no se comuniquen con nadie; no les hemos dejado crecer, sino simplemente se han convertido en nuestros propios artefactos y les hemos intentado modelar para volcar en ellos (y ellas) todas nuestras frustraciones y desengaños...

Y así hemos llegado a ver a niños de 13 años que embarazan a sus hermanas pequeñas; o niños de 14 que apuñalan a sus hermanos mayores; adolescentes que apalean a sus progenitores cuando no funciona el router doméstico o falla la señal WIFI; chicos y chicas que insultan y agreden a sus docentes contando con el beneplácito de sus progenitores, los cuales se jactan de ello en sus correspondientes grupos de WhatsApp de "padres y madres", "madres y padres", o "progenitores y progenitoras" (o viceversa todo, todo viceversa) de alumnas, alumnos, alumnes y demás creaciones ilusorias.

Entretanto, mientras nuestros hijos y nuestras hijas son debidamente custodiados y custodiadas (seamos políticamente correctos, al menos, por esta vez) por semejantes artefactos, nosotros nos empeñamos en inventar leyes contradictorias y derechos inexistentes para ir cediendo esa patria potestad a la tecnología; nos inventamos ideologías baratas y vacías, sin fundamento científico ni biológico alguno, que dañan seriamente la integridad de la persona y a su sociedad; reclamamos hiperprotección a la infancia, cuando precisamente los protegidos debían ser los adultos... Y así podría seguir con innumerables sandeces vigésimoseculares que marcan el ritmo de este prácticamente recién estrenado tercer milenio.

Pues aquí está la respuesta: los niños ya no hacen "el burro" porque en eso los hemos convertido, en burros (con perdón para los onagros y derivados de tan noble especie). Nos hemos empeñado en ello con nuestras soberanas sandeces y desproporciones, y ahora, a recibir coces y mordiscos. Esa es, y no otra, la respuesta: ¿qué nos pasó? Pues que ya no somos humanos, somos burros.

Obra: "Juegos de Niños", Brueghel el Viejo, ca. 1560, óleo sobre tabla 118x161cm.

1 comentario:

Mª José dijo...

Y, además, nos hemos puesto anteojeras para no mirar alrededor ni salirnos de nuestro camino.
P. D. : no sabía que tenías un blog!